En el SIMO 2018

La semana pasada participé en el SIMO contando mi experiencia con los Escape Room. La conferencia se titulaba  «Escapar de clase. El Escape Room en el aula», y aunque estaba centrada en mi primera experiencia con los Escapes, terminé hablando de todos los que llevo realizados hasta el momento.

Fue muy especial compartir con todos los asistentes, a los cuales agradezco su presencia, mi experiencia en el aula. Espero que disfrutasen de ella tanto como yo contándola. Y para todos los que no pudisteis asistir os resumo aquí el contenido de la misma.

El principal objetivo que quería transmitir a la audiencia era el gran potencial educativo que tienen este tipo de juegos y cuál fue la experiencia «vital»  que me llevó a dicho descubrimiento. Y digo vital porque ha transformado mi forma de dar clase.

El primer Escape

Mi primer juego de Escape fue con mi grupo de tutoría de 4º de ESO (curso 2017-2018). Se trataba de un grupo de 13 alumnos, la mayoría de ellos habían repetido uno o dos veces en años anteriores, tres de ellos en riesgo de no titular. El análisis inicial sobre la motivación de estos alumnos era bastante negativo.

Quería que el primer día fuese especial, deseaba que se marchasen con un buen sabor de boca, con ganas de volver al día siguiente, contentos de haber pasado un buen día en el colegio. Eso para un alumno de entre 15 y 17 años, y con muy pocas ganas de trabajar, era misión imposible. Así que, decidí empezar el curso con un Escape.  Este fue el  primer objetivo.

A este se unió un segundo, el de presentar el curso, conocer las normas, a los profesores, etc. Así que las pruebas se centraron en estos contenidos. 

Ambos objetivos se cumplieron con creces. Pero este no fue el mayor logro. Lo mejor de aquel día fue descubrir el gran potencial educativo que podrían aportar este tipo de juegos, y esto  ocurrió después, mientras los veía jugar.

El gran descubrimiento

Os decía hace un momento que me encontraba ante alumnos muy desmotivados y con un amplio historial de fracaso escolar.  Pues bien, nunca en ninguna otra actividad escolar había observado tanta implicación por parte de mis alumnos. Todos comenzaron a buscar pistas, a comunicarse entre ellos, a pedir ayuda, a dirigir el juego… Para mí como profesora resultó un momento mágico. 

Entre todos estos chicos me llamó especialmente la atención uno de ellos. Tenía suspensas varias asignaturas de 1º y 2º de la ESO, 3º casi al completo, y ahora se enfrentaba a un 4º con muy pocas esperanzas de acabarlo con éxito. Para mi sorpresa fue el más implicado en el juego, el que resolvió más pruebas, y el que tomó las riendas dirigiendo el trabajo del resto de sus compañeros. 

Fue en ese momento cuando me di cuenta. El juego había captado de tal manera la atención de estos alumnos que me permitió repasar las normas del colegio, el nombre de los profesores, las fechas más importantes del curso, etc. y todo ello sin darse cuenta. Habían trabajado en equipo, dialogado, negociado, resuelto problemas, habían practicado el pensamiento lógico… ¡y tantas destrezas más! 

El comienzo de una nueva aventura

Entonces, ¿por qué no aplicar esta energía brutal que emanan  los juegos de Escape para llevar a los alumnos cualquier otro contenido curricular?  Si solo se aprende con emoción, ¿no estaba presenciando la vivencia de un momento realmente emocionante por parte de mis alumnos? 

El resto ya es historia y los que me seguís la conocéis. No he dejado de hacer este tipo de juegos para repasar y revisar  contenidos curriculares. Ellos me lo piden y lo esperan con ilusión. Y a mí me gusta tanto diseñarlos como verlos jugar.

Os dejo mi presentación por si queréis jugar también vosotros. 

Espero que os haya servido de inspiración.

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